Empiezas a contarle tus cosas más personales. Sientes que puedes ser tú mismo y le muestras todo de ti, hasta tus peores partes. Tus momentos buenos y los malos... Tus alegrías e incluso tus momentos de depresión más bajos.
Todo va bien hasta que en un punto, se meten con tu proceso sin que tú les hayas pedido. Empiezan a decirte lo que tienes que hacer, sin conocer todo el trasfondo de la situación. En muchas ocasiones lo hacen con buenas intenciones y con ganas de ayudarte, pero en otras es solo una cuestión de dejar en claro que tienen una superioridad moral ante ti.
Y es entonces cuando tus amigos más cercanos son quienes más daño pueden hacerte. Y pensarás que la solución puede ser no tener amigos ... Pero la realidad es que, la solución no es esa. La solución es tenerlos pero no mostrar tu lado más absurdo y más bajo y así no podrán lastimarte.
